Sola otra vez. Derruidas mis esperanzas de nuevo. Te quisiste marchar, sin mirar atrás, para no sentirte culpable de la destrucción que dejó tu partida. Solo espero que seas consciente de que la vida sigue, eres libre de usar tu vida como te plazca. Aunque ten presente que yo te esperaré; el tiempo que haga falta, pintando una sonrisa en mi cara inocente, con las mejillas rojas, suspirando y alejando fragmentos de mi alma fuera de mi cuerpo, murmurando palabras de amor leídas en una novela en la que tú eres el príncipe y yo la criada, que sueña contigo, pero no se puede comparar con la majestuosidad de la gran princesa con su vestidito rosa y muy bonito. En esas historias las criadas no triunfan, no pueden; no tienen la menor oportunidad de ser las princesitas afortunadas. La vida no está hecha para gente dependiente, y yo dependo de las veces que late tu corazón, de las veces en las que el aire llena tus pulmones. Soy total y completamente dependiente de ti. Y eso es triste, patético y quizás merece una o dos órdenes de alejamiento. Pero que le voy a hacer; así es el amor y yo soy enamoradiza hasta el punto de ser ridícula. Pero sé, (aunque no tengo ninguna esperanza de que la historia acabe así) que volverás, porque en tus ojos se refleja lo que se ve en los míos cuando tú estás cerca.
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