Eres el rey de mis pensamientos. No es justo que todas mis funciones vitales se concentren en hacerte a ti feliz; pero disfruto la sensación.¿Sabes lo que quiero? Quiero una tarde de otoño en París, en una calle cualquiera; quiero que nadie me preste atención, parecer una chica cualquiera en la gran ciudad, con un chocolate caliente, intentando calmar el frío y esquivando las hojitas amarillas y marrones que me golpean la cara.
Quiero que aparezcas tú entre la multitud, caminando en mi dirección, con tus ojos puestos en los míos, y hablándome en un perfecto francés, decirme un “Bonjour, mon cherie” y hacer estremecer todas mis terminaciones nerviosas.
Quiero que vayamos a cenar. No hace falta un gran restaurante, prefiero tu pisito con vistas a la Tour Eiffel, comiendo tortilla y pan, con un vino tinto, y alumbrados por velas. Quiero que me muerdas la oreja, y me hagas cosquillas en el cuello. Que me beses con esos labios con sabor chocolate.
Ver Titanic juntitos en el sofá, al lado de la chimenea y con nuestra mantita traída de nuestro viaje a Nepal. Cuando los protagonistas se juren amor eterno, espero que tu hagas lo mismo.
Dime que me quieres. Solo necesito eso.
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